Entendiendo la ansiedad

Mucho se habla de ansiedad pero mucha gente no entiende qué es, incluyendo aquellas personas que la identifican con facilidad, o que padecen un trastorno de ansiedad desde años, puesto que es diferente sentir la ansiedad, a comprenderla: ¿Qué es? ¿Por qué está ahí? ¿Por qué se siente así? ¿De qué me sirve sentir ansiedad? ¿Es un problema? ¿Viviré así para siempre?

De forma sencilla, cuando hay ansiedad hablamos de la respuesta de lucha o huida que tenemos muchos seres vivos: son mecanismos de supervivencia ante una amenaza o un peligro, que ponen en marcha una serie de cambios en el cuerpo que permiten lidiar con esa amenaza, y que están relacionados con el estrés y el miedo.

Un gato percibiendo una amenaza y preparándose para luchar, o huir.

Los seres humanos también reaccionamos de una manera parecida. También percibimos amenazas y riesgos. Nuestro cuerpo se prepara para esas amenazas y el cuerpo puede reaccionar elevando la temperatura, sudando, elevando la frecuencia cardíaca, tensando los músculos, temblando, creando una sensación de nerviosismo, etc. Y muchas veces nos ayuda a sobrevivir. Por lo tanto, las respuestas de ansiedad en sí no son malas; es una emoción compleja que tiene una función muy importante. Pero es más complejo que eso…

El detalle aquí es que, los seres humanos, con nuestro cerebro y nuestra gran capacidad para reflexionar y visualizar, pensamos en las consecuencias negativas o desagradables que podrían suceder. Tendemos a pensar, predecir, suponer, e imaginar consecuencias negativas, escenarios catastróficos, incluso ante situaciones que no presentan amenazas por si mismas. Y aunque sabemos, racionalmente, que esos escenarios catastróficos son imaginados, el simple hecho de imaginarlo puede poner en marcha la respuesta de ansiedad: nuestro cuerpo se prepara en ése momento para esa posibilidad, incluso si es muy remota o nunca suceda.

La idea de caminar por un callejón oscuro, de noche, causaría una respuesta de ansiedad en muchas personas, debido a los posibles peligros que puede esconder.

Un examen, una entrevista de trabajo, caminar por la ciudad de noche, hablar en público, o invitar a salir a la persona que le gusta. Es normal que ante algunas de estas situaciones una persona se sienta nerviosa, por imaginar las posibles consecuencias negativas, y que su cuerpo reaccione con una respuesta de ansiedad. Pero, es importante saber que la situación por sí sola no necesariamente genera la ansiedad, sino lo que se piensa acerca de esa situación.

Los pensamientos influyen en las emociones. Cuando una persona tiene ciertos pensamientos, puede experimentar ciertas emociones. En el caso particular de la ansiedad, algunos pensamientos que pueden aumentar los síntomas son: la magnificación, la minimización y la catastrofización. En otras palabras:
– Percibir una amenaza o situación problemática y magnificarla, exagerando lo terrible o insoportable que es.
– Minimizar sus propios recursos y capacidades para afrontarla, creyendo que no lo podría manejar.
– Pensar en escenarios catastróficos y lo que podría salir mal, imaginando lo peor que podría pasar e ignorando posibles alternativas.

Muchas personas sienten niveles bajos de ansiedad en una entrevista de trabajo. Puede sentir nerviosismo, que le sudan las manos o su corazón late más rápido. Pero la ansiedad será más intensa si esa persona tiene pensamientos catastróficos: “Se va a dar cuenta de que no sé nada. ¿Y si no me contratan? ¿Y si pierdo el trabajo? No se qué voy a hacer ¿Cómo reaccionará mi familia? Sería insoportable…”

Vemos entonces, que la ansiedad está relacionada con la preocupación. Con imaginar una serie de consecuencias negativas, que causa tensión en el cuerpo y una respuesta de ansiedad que puede incluir sudoración, temblor, molestias digestivas, dificultad para dormir, hábitos como comer mucho o morderse las uñas, taquicardia, dificultad para respirar, nerviosismo, rubor facial, sensación de calor, palidez, temblores, miedo intenso, y más.

¡Pero es importante recordar que como con cualquier otra emoción, hay niveles! Puede existir una respuesta de ansiedad leve, moderada, o grave. Y es por eso que para muchas personas es simplemente una emoción más, incómoda pero que no afecte mucho su vida. Pero para muchas otras personas, representa una emoción muy intensa y desagradable que interfiere en muchos o todos los aspectos de su vida, incluso puede llegar a ser paralizante y presentarse junto con otras condiciones como la depresión. A fin de cuentas, la cantidad de cosas por las que puede llegar a preocuparse una persona es prácticamente ilimitada, y entre más tiempo pase y no aprenda a manejar la ansiedad, más problemas puede causar.

Una persona que siente presión en el pecho, y que su corazón late rápidamente. Puede ser un síntoma de una afección cardíaca, o puede ser un síntoma de ansiedad debido a la contracción de los músculos. Es importante una correcta evaluación, puesto que la ansiedad por sí misma no constituye un peligro mortal, a pesar de las sensaciones desagradables e intensas que pueda causar.

Por último, es importante recalcar que algunas personas pueden sentir algunos síntomas de ansiedad como taquicardia o dificultad para respirar, y partir de eso entrar en un bucle: además de las preocupaciones que ya tenía, ahora comenzar a preocuparse por sus síntomas de ansiedad, y tener pensamientos catastróficos como: “Me va a dar un ataque al corazón. Me voy a morir, necesito ir al hospital urgentemente”, o “Me voy a desmayar, necesito a alguien que me ayude”, o incluso “Me voy a volver loco”, incrementando su ansiedad, incrementando sus síntomas y por lo tanto su nivel de preocupación, desatando así un ataque de pánico. Sin embargo, la ansiedad por sí misma no es peligrosa.

Existen distintas formas de reducir la ansiedad, dependiendo el caso. Algunos síntomas pueden reducirse con técnicas de relajación o mindfulness, con distracciones y actividad física, hablar con alguien o expresarse por otros medios por ejemplo la escritura o el dibujo, así como exponerse y enfrentar los miedos. Sin embargo, en ocasiones esas técnicas ayudan a reducir los síntomas pero no necesariamente cambian la forma de pensar de esa persona. Si la persona sigue magnificando la situación, minimizando sus capacidades, y teniendo pensamientos catastróficos, los síntomas de ansiedad regresan. La Terapia Cognitiva puede ser de mucha ayuda para cambiar esos pensamientos, y las creencias que los generan.

Las actividades relajantes y otras que ayuden a reducir el estrés, como la actividad física y el contacto con la naturaleza, pueden reducir los síntomas de ansiedad. Aunque puede ser necesario, además, aprender a cambiar los propios pensamientos que intensifican esas emociones, algo que puede aprenderse mediante la Terapia Cognitiva

Conclusión

El objetivo de éste artículo es expresar de manera sencilla qué es la ansiedad, por qué se presenta, su función, que es una emoción y un problema, pero cuando una persona sí tiene dificultades para manejar la ansiedad y su calidad de vida se reduce, existen distintas formas de trabajarlo y así mejorar su calidad de vida.

Está es una simplificación, no se trata de explicar a detalle cada aspecto, puesto que hay libros enteros con cientos de páginas con respecto a la ansiedad. Pero espero que al terminar de leer esto el lector tenga una mejor comprensión sobre la ansiedad.


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